Adopta un gestor confiable, con bóveda compartida para credenciales domésticas críticas y bóvedas privadas por persona. Genera contraseñas únicas y largas, guarda claves de recuperación y documenta procedimientos. Esto evita libretas, fotos en el móvil y contraseñas repetidas, a la vez que simplifica el alta de nuevos dispositivos seguros.
Activa MFA donde esté disponible, preferiblemente con aplicaciones de autenticación o llaves físicas. Reserva códigos de respaldo y ensaya su uso. Aunque algunos aparatos IoT no soporten MFA, proteger cuentas de nube asociadas corta muchísimos intentos de abuso. Esa capa extra marca la diferencia en ataques automatizados persistentes.
Agenda un día fijo para buscar actualizaciones del router, cámaras, enchufes y apps asociadas. Anota cambios aplicados y, si es posible, activa actualizaciones automáticas. Esta cadencia reduce huecos explotables y te mantiene enterado de nuevas funciones, vulnerabilidades corregidas y configuraciones recomendadas por los propios fabricantes responsables.
Antes de comprar, revisa historial de soporte, duración de parches y transparencia de privacidad. Una marca que publica notas técnicas y plazos claros vale más que un precio tentador. Consulta reseñas técnicas y comunidades. Elegir bien hoy significa menos riesgos, menos frustraciones y mayor vida útil protegida mañana.
Si un equipo deja de recibir parches, considera aislarlo en una red restringida, desactivar funciones conectadas o reemplazarlo. Evalúa riesgos frente al beneficio que aporta. En algunos casos, soluciones locales o de código abierto ofrecen vías seguras alternativas. Lo importante es no normalizar vulnerabilidades permanentes por comodidad inmediata.
Revisa qué datos solicita cada aplicación móvil asociada a tus dispositivos. Desactiva micrófonos, ubicaciones o accesos al portapapeles si no aportan valor real. Minimizar permisos reduce riesgos y fugas. Repite esta revisión tras cada actualización, porque a veces se reactivan ajustes que nunca pediste ni realmente necesitas utilizar.
Prefiere servicios que ofrezcan cifrado extremo a extremo o, al menos, en reposo y tránsito. Para grabaciones sensibles, evalúa guardar localmente en un NAS con discos redundantes. Si usas nube, habilita MFA y revisa políticas de retención. El equilibrio correcto protege privacidad sin sacrificar comodidad cotidiana ni accesibilidad.
Implementa la regla 3‑2‑1: tres copias, en dos medios distintos, con al menos una fuera de casa. Agenda verificaciones periódicas y ensayos de restauración. Nada duele más que una copia inutilizable tras un imprevisto. Practicarlo una vez te da confianza y velocidad cuando realmente cuenta ante presiones reales.